EL ANTIGUO ACUEDUCTO DE LA VILLA Y LA CHUMBERA
La naturaleza nos asombra cada día con su constante trabajo
de transformación del paisaje que nos rodea. Viene al caso lo que viene
sucediendo con nuestro olvidado acueducto, ese que nos acompaña silencioso en nuestro caminar
por la cañada y nos observa con sus cansados ojos con la esperanza de que algún
día nos apiademos de él y le ayudemos a recobrar su antigua lozanía, cosa por
lo demás arto improbable. Pero no está solo, la madre naturaleza no lo tiene en
el olvido y lo protege y adorna de la mejor manera que sabe hacerlo, con su
mejor guardián, con la espinosa y siempre verde chumbera.
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