miércoles, 31 de octubre de 2007

01.- KIOSCO DE FRÍAS, 50 AÑOS DE HISTORIA

El kiosco a enero de 2004(delante del mismo su propietario, segunda generación)

Kiosco de Frías 50 años de historia

"El kiosco Frías" como familiarmente se le llama, es el lugar de referencia preferido por los puertorealeños. ¿Donde nos vemos? ¡En la esquina del kiosco Frías! ¿Cuantas veces lo hemos tomado como lugar de encuentro?
El pasado año cumplió este kiosco sus cincuenta años de servicio a la comunidad. Tres generaciones lo regentan y tres generaciones lo frecuentan. En él adquirimos cada día nuestro periódico, la última revista del corazón, el último coleccionable..., ¡ah! y hasta cuerdas de guitarra.
Sus cincuenta años de andadura lo ligan, por méritos propios, a la dilatada historia de la Villa. Lo regenta gente sencilla y trabajadora con probada vocación de expendedores de periódicos y literatura popular.
Manuel Frías, segunda generación, actual dueño del Kiosco, cuenta, que a los doce años, 1951, se hizo cargo del tenderete que su padre instaló en la plaza de Abastos. Estaba formado por una simple tarima de madera. Sobre ella distribuía cuarenta o cincuenta novelas del oeste, amor, policíacas... e igual número de tebeos de humor y de aventuras. También, algún que otro álbum de estampitas.
--Frente a mí, se ponía una señora con una reolina; se la conocía por "la reolina del Tojo" --dice ahondando en sus recuerdos-- y a mi derecha, un señor con un puesto ambulante al que llamaban "Tomás el ditero". Las horas de venta eran las propias de la Plaza de Abastos. De nueve de la mañana a dos de la tarde; los sábados también habrían por la tarde.
Cuando salía de la Plaza de Abastos, trasladaba el negocio a nuestro domicilio, una vivienda en el primer piso del número 32 de la calle Luisa Terry. Una ventana de medio pecho, al fondo de un pasillo --se queda pensando y comenta muy animado-- todavía existe esa finca. La ventana me servía de mostrador. Los clientes subían a cambiar sus novelas, el cambio costaba cincuenta céntimos de peseta --aclara para distinguirlo del euro--, los niños cambiaban sus tebeos por veinte céntimos. En la Plaza de Abastos se forjaron los principios del actual kiosco Frías --comentó con la mirada perdida en el vacío.
--¿Recuerdas algunos títulos de aquellas publicaciones? --pregunté rompiendo el silencio.
--¡Claro que sí! --responde entusiasmado--, nos surtíamos de una librería de Cádiz, estaba en la calle La Rosa, su propietario se llamaba Pedro. Yo acompañaba a mi padre; viajábamos en los vapores del Dique.
En aquella época las novelas más leídas eran las del Oeste: TEXAS, BISONTE, KANSAS, BÚFALO, EL COYOTE, EL ZORRO, EL LLANERO SOLITARIO. Recuerdo algunos autores: Marcial Lafuente Estefanía, el más leído, Fidel Prado, Rasegran, King Luger, Silver Kane, J. Mallorquí; todas valían cinco pesetas.


También recuerdo las del Oeste de ZANE GREY, éstas eran de más categoría.
Las novelas de género policiaco eran: las del FBI y de la CIA.
Las novelas llamadas "románticas" se llamaban: MADRE SELVA, ROSAURA, MADRE PERLA, PIMPINELA, PUEYO. Y sus autores: Carlos de Santander, María Teresa Sesé, Corin Tellado, la más leída. Estas costaban seis pesetas.


--Y de los tebeos, ¿qué recuerdas?
--Estaban los de hadas, de la colección AZUCENA, para niñas,
el TBO, JAIMITO, PUMBY, BOP TAILER, el héroe del oeste, MISTER BLUFF, PAPELÍN Y CABELLO DE ORO, CUCHUFLETE Y BARRIGUITA, ROBERTO ALCÁZAR Y PEDRIN, EL GUERRERO DEL ANTIFAZ, PULGARCITO, ZIPI Y ZAPE, EL DDT, CARPANTA, PURK, EL HOMBRE DE PIEDRA, FRED, EL PEQUEÑO LUCHADOR, TIN Y ANITA, PACHO DINAMITA, FLASH GORDÓN, EL HOMBRE ENMASCARADO, AVENTURAS DEL FBI, JEQUE BLANCO, EL CACHORRO, TONY Y FERNANDO, HAZAÑAS BÉLICAS, EL CAPITÁN TRUENO, EL JABATO. En estos momentos no recuerdo más --dice acariciando su barbilla--, su precio estaba entre, setenta y cinco céntimos y una veinticinco pesetas. El cambio de éstos costaba veinte céntimos.




--¡Pues si que has recordado títulos! --le dije animándolo.

--Por los años cincuenta se vendían los álbumes y estampitas de: LA POLICÍA MONTADA DEL CANADÁ, MARISOL RUMBO A RÍO, LOS TAMBORES DE FUMANCHÚ, KIN DE LA INDIA, ZOOLOGÍA, DUMBO, PINOCHO y otros que no logro recordar.


-- También vendíamos: Cromos, Soldaditos recortables, Casitas recortables, Mariquitinas recortables...




--¿Cuando conseguisteis éste kiosco?
--¡Uf! eso empezó a fraguarse entre 1952 y principios de 1953. Por esas fechas comenzó mi padre las gestiones para la instalación de un kiosco en la vía pública. Conseguidos los permisos, le encargó su construcción al maestro carpintero, Manuel San. Este artesano vivía en la Barriada de la Jarcia, en la calle San Andrés, hoy calle de Enmedio. Recuerdo, que la entrada de la casa daba a un patio grande enlozado con piedra de Tarifa. En el centro del patio construyó el kiosco. La planta del kiosco era hexagonal.
El kiosco se instaló en la vía pública en 1953. Donde hoy mismo se encuentra, esquina calle la Plaza con calle Ancha. Por aquel entonces en esa esquina vendía camarones Bartolo . En aquella fecha el Alcalde de la localidad era D. Alfonso López Martínez.
La actividad del kiosco era la misma que tenía en la Plaza de Abastos, el cambio de novelas y tebeos.
También empezamos a vender distintos semanarios, periódicos y revistas de la época: EL CASO, CINE MUNDO, SÁBADO GRAFICO, DIEZ MINUTOS...




Tengo que mencionar, como cosa curiosa, que en una de las caras del kiosco que daba a la calle Ancha, se incrustó una cajita de madera y dentro de ella se instaló un teléfono. Además de ser particular, se utilizó como servicio al público. En aquel entonces en Puerto Real no existían las cabinas públicas, tan sólo la Central de Teléfonos de la esquina de la calle Real con calle Ancha, que cerraba a las diez de la noche.
La cajita del teléfono tenía una puerta con llave, que se entregaba todas las tardes, al municipal que entraba de servicio aquella noche por si lo necesitaba a esas horas algún ciudadano.
--De ese detalle no tenía ni idea --comenté interrumpiendo su disertación.
--Recuerdo muchas cosas de aquella época, pero soy consciente de que se me van algunas.
Como te decía unos meses más tarde de todo esto de la venta de periódicos, mi padre se puso al habla con Dña. Carmen Sasian, esposa de D. Domitilo Herrera, que era el jefe de Correos por aquellas fechas, cuando la oficina estaba ubicada en la calle Reyes Católicos. Pues bién esta señora era la corresponsal administrativa del DIARIO DE CÁDIZ en Puerto Real, del MARCA, DÍGAME, DIARIO YA, EL RUEDO, 7 FECHAS y DIARIO PUEBLO. Mi padre le solicitó permiso para vender algunos ejemplares de esos diarios en el kiosco y aceptó





Años después, Dña. Carmen, por motivos de salud, nos traspasó toda la prensa de la que era corresponsal, a cambio de seis mil pesetas..

--Mi padre también se puso en contacto con D. Antonio Gutiérrez Lozano (Angulo), este Sr. además de periodista, era el corresponsal administrativo del AYER de Jerez. Más tarde se llamó la VOZ DEL SUR, la HOJA DEL LUNES y hoy DIARIO DE JEREZ. También recibía la INFORMACIÓN DEL LUNES de Cádiz, este periódico era independiente del Diario de Cádiz.
El kiosco se abría al público a la 9 de la mañana y estaba todo el día abierto, nos turnábamos mi padre y mis hermanas.
Cuando yo salía de casa me pasaba por Correos y recogía los DIARIOS DE CÁDIZ, unos diez ejemplares, más tarde me traían el MARCA, que recibía con un día de retraso como toda la prensa que venía de Madrid.
--¿Por aquel entonces no había prensa local? --pregunté intrigado por que yo tenía conocimiento de la existencia de una.
--Si, te explico, en el año 1956 salió a la calle una publicación local que tuvo mucho éxito y que duró varios años, el MARCADOR. Era un semanario que editaba la Imprenta San José, su editor y fundador fue D. Ramón Ortega Pejitos, propietario de dicha imprenta y periodista del Diario de Cádiz. Este Sr. muy vinculado al deporte, fue muchos años presidente del Puerto Real C.F., y en su semanario de el MARCADOR se diseñaba una extensa crónica del club local, así como otros deportes y temas de actualidad acaecidos en la Villa.

Destacaba también la labor de otros colaboradores que cada semana escribían sus crónicas y anécdotas. Este ejemplar costaba una peseta, y se recibía en el kiosco los sábados a la una de la tarde, con el propósito de que lo pudieran comprar los trabajadores del Dique y la Bazán que regresaban a las dos y media.
--¿Y qué otros diarios vendíais en aquella época?
--Si, había otros. El diario ESPAÑA de Tanger, que por entonces la corresponsal administrativa corría a cargo de la Srta. Dña. Valle Aguilar, nos cedió la corresponsalía del mismo en las mismas condiciones que nos cedieron las del Diario de Cádiz. El repartidor callejero de dicha señora se llamaba Emilio Cañamaque García, nos dejaba los diarios en el kiosco. El coche que los distribuía dejaba el paquete en la panadería de Carlos Franzon, que se encontraba en la carretera nueva, hoy Teresa de Calcuta, en lo que era la entrada del pueblo desde San Fernando.
--Venga, más cosas --le animé.
--Por esos mismos años se recibían en el kiosco unas novelitas radiofónicas que costaban una peseta, éstas obtuvieron mucho éxito, narraban la historia que transmitía la radio todos los días a las cuatro de la tarde. Recuerdo algunos títulos: LUCECITA, AMA ROSA, UN ARRABAL JUNTO AL CIELO...

Entre 1955 y 1956 se publicaron unos libros que se hicieron muy populares por los temas que trataban y por lo asequibles que eran en precio, eran llamados COLECCIÓN PULGA, era algo nuevo. su tamaño era de 10,5 x 7,5 cm. costaban, según el volumen de hojas, dos y tres pesetas. Recuerdo algunos títulos: Don Quijote de la Mancha, De la Tierra a la Luna, El conde de Montecristo...









--Yo tengo en la memoria a algún que otro vendedor de periódicos ambulante ¿Vendían para el kiosco? --pregunté.
--Nosotros tuvimos a un vendedor ambulante, ya fallecido, que se llamaba Ramón Mosteiro. Luego tuvimos otro que se llama José Luis Méndez Rueda.
Volviendo al tema de los diarios, allá por los años sesenta, la prensa nacional y el Diario de Cádiz la teníamos en exclusiva. Fuimos distribuidores durante varios años. Los demás kioscos de la localidad se surtían de nosotros.
Bueno, habían varias excepciones, el ABC de Madrid, ABC de Sevilla y BLANCO Y NEGRO. Éstos eran de tirada semanal y los distribuía en exclusiva D. Rodrigo Campos Álvarez, este señor era maestro de escuela, más tarde nos la cedió a nosotros.


Por aquel tiempo la actividad del kiosco fue tomando otra iniciativa, además de tener el cambio de novelas, que era la principal fuente de ingresos, disponíamos ya del Diario de Cádiz, que nos lo traía Transportes Comes, cuando tenía la parada en la calle ancha frente al kiosco. Salía de para Cádiz a las ocho de la mañana y a las ocho de la tarde. Los domingos como no había autobús, venía el diario en el tren.
Por aquel entonces tuvimos otro repartidor, se llamaba Andrés Romero Pérez (El Canela), vivía en la carretera Nueva nº 65, en su casa nos dejaban el paquete del DIARIO ESPAÑA. Cuando este señor falleció se vino con nosotros para repartir la prensa, Emilio Cañamaque García, y otra vez volvieron a dejar el paquete en la panadería de Carlos Franzon Emilio estuvo con nosotros hasta que falleció en 1995. Desde entonces ya no hemos vuelto a tener repartidores de prensa ambulante.